Aferrarnos a lo que ya conocemos
Por: Juan Manuel González C.
En este mundo volátil y complejo que genera cambios a un ritmo muy acelerado, las organizaciones y las personas debemos estar preparados, no para reaccionar ante el próximo reto que se nos presente, sino estar listos para afrontarlo cuando llegue. La adaptabilidad es la capacidad de aprender de forma flexible y eficaz, y de aplicar esos conocimientos en distintas situaciones. Aprender a aprender y ser consciente de cuándo poner en marcha esa mente de aprendiz.
Estudios de McKinsey -consultora estratégica global-, demuestran que la adaptabilidad es el factor crítico de éxito durante los períodos de transformación y cambio sistémico. La adaptabilidad nos permite aprender más rápido y mejor, orientándonos hacia las oportunidades y no sólo a los retos. Hay dos caminos: las mismas condiciones que hacen que la adaptación sea tan importante también pueden desencadenar el miedo, haciéndonos volver a patrones familiares o a cualquier solución que haya funcionado en el pasado. A lo anterior se le conoce como la “paradoja de la adaptabilidad”: nos aferramos a lo que ya conocemos, de una manera que suprime el aprendizaje y la innovación.
Desafortunadamente, no es común que la gente se esfuerce por aprender y dominar algo nuevo a menos que haya una motivación imperiosa para hacerlo. La adaptabilidad no es una habilidad natural —ni siquiera para las personas más exitosas entre nosotros—, pero puede cultivarse. Las empresas con culturas fuertes que resaltan la importancia de la adaptabilidad obtienen mejores resultados financieros que las que carecen de esos atributos, lo anterior está demostrado por los estudios de McKinsey. Para desarrollar la adaptabilidad, se deben tomar en cuenta: el énfasis en el bienestar y el propósito, la práctica de una mentalidad adaptativa, la creación de conexiones humanas más profundas y la seguridad en el aprendizaje.
El poder de la resiliencia ha quedado ampliamente demostrado durante la crisis del COVID. La resiliencia y la adaptabilidad están relacionadas, pero son diferentes en aspectos importantes. La resiliencia implica una buena respuesta a un acontecimiento externo, mientras que la adaptabilidad nos hace pasar de soportar un reto a prosperar más allá de él superándolo. No sólo nos recuperamos de situaciones difíciles, sino que avanzamos hacia nuevas metas más retadoras, aprendiendo a ser más adaptables a medida que nuestras circunstancias evolucionan y cambian.
La agilidad en el aprendizaje, la flexibilidad emocional y la apertura a la experiencia facilitan ampliamente el desarrollo de la adaptabilidad. Nos ayudan a mantener una calma deliberada bajo presión y a mostrar curiosidad en medio del cambio. Nos permite responder de forma planeada, tomando decisiones meditadas. ¿Cómo desarrollar la adaptabilidad?
Practicar el bienestar como una habilidad fundamental. La mejor manera de afrontar situaciones exigentes es invertir primero en el propio bienestar. Al igual que los atletas que invierten continuamente en su propia salud física y mental —no sólo antes de un partido o una carrera—, los líderes tienen que estar en condiciones de enfrentar lo que se les presente y de apoyar a los demás durante el tiempo que sea necesario. Los líderes deben enfocarse, primero, en permitirse a sí mismos salir adelante y, luego, en ayudar a los demás a estar en su mejor momento físico, mental y emocional. ¿Cuántos líderes se enfocan de verdad en el bienestar de sus colaboradores? Ocuparse del propio bienestar físico no implica ser egoísta. Por el contrario, la salud física y mental son necesarias para construir habilidades para la toma de decisiones sólidas en medio de la incertidumbre, cuerpo, mente y espíritu deben de estar al máximo.
Hacer del propósito nuestra estrella del norte y definir lo que para nosotros “no es negociable”. El propósito comienza con la exploración de lo que realmente nos importa y a lo que queremos dedicar nuestro tiempo. Aunque el propósito nos ayuda a definir lo que esperamos ganar, también define lo que no queremos perder: nuestras condiciones “no negociables”. Las promesas que nos hacemos a nosotros mismos y que no vamos a romper, pase lo que pase: entrenaré a mis colegas junior; estaré en casa para el cumpleaños de mi hijo; me tomaré tiempo libre para ver a mis padres. Aunque a veces sea difícil cumplirlos, mantener promesas como estas vale la pena.
Experimentar el mundo a través de un enfoque de adaptabilidad. Aunque las mentalidades del statu quo pueden ser perfectamente razonables en algunas situaciones rutinarias, son progresivamente menos útiles a medida que las circunstancias se vuelven más complejas y estamos bajo más presión. En esos casos, lo que resulta óptimo es que los líderes y las organizaciones cambien a una mentalidad de aprendizaje. Para los líderes, uno de los enemigos de la mentalidad adaptativa es la creencia de que su trabajo es tener las “respuestas correctas”, en lugar de saber cuándo hacer las preguntas correctas.
Desarrollar conexiones más profundas y diversas. Las relaciones interpersonales sólidas también refuerzan la adaptabilidad, la falta de atención a los compañeros es, en realidad, contraproducente para nuestro bienestar y nuestra productividad en el trabajo. Las conexiones profundas y diversas que proporcionan apoyo social son elementos fundamentales para el bienestar y aprendizaje, especialmente durante los períodos de incertidumbre y de mayor estrés. Prestemos toda nuestra atención a la persona que tenemos delante. Permitámonos ser vulnerables. Mostrémonos auténticamente como somos y estemos dispuestos a compartir nuestros miedos, preocupaciones e imperfecciones.
Mostremos empatía, pero no nos detengamos ahí. La empatía por sí sola no es suficiente. Los líderes pueden aprender a canalizar el tipo correcto de empatía, que implica tener en cuenta la perspectiva de la otra persona sin distraerse de la situación en cuestión. Atendamos a los demás con compasión. Si nos hemos dado cuenta del dolor —físico, mental o social— de otra persona, demostremos nuestra intención de emprender una acción de apoyo.
Al invertir en medidas que hacen hincapié en el bienestar, el propósito, los cambios de mentalidad, las conexiones más profundas y el aprendizaje en equipo, los líderes se equipan mejor para hacer frente a los desafíos futuros. La aplicación de estas lecciones en toda la organización hace que los equipos sean más sanos y receptivos.
Fuente: Jacqueline Brassey, Aaron De Smet, Ashish Kothari, Johanne Lavoie, y Marino Mugayar-Baldocchi. McKinsey & Company. www.degerencia.com/jmgc