Aforismos Tumorísticos
Aforismos Tumorísticos
Hace algunos años años, el Dr. Enrique Canales Sántos, quien obtuvo un doctorado en innovación en la Universidad de Houston, visitó La Laguna para dictar una conferencia sobre “El Cultivo de tu Fregonería”. La conferencia se basaba en uno de sus libros publicado en 1997. Es un libro “pesado” como él mismo lo calificaba, pero al mismo tiempo es un libro ameno con conceptos y puntos de vista muy particulares de un regiomontano exitoso en las empresas, en la tecnología y en el arte. Enrique Canales era ingeniero, pintor, escultor, editorialista, asesor, pero, sobre todo, una persona comprometida con su comunidad, con su país. Acumuló y compartió su amplia experiencia en la industria regiomontana, nacional e internacional; como artista, participó en muchas exposiciones en galerías y museos y escribía las columnas “Mexicar” y “Administración de Tecnología” en los periódicos El Norte y Reforma, incitándonos al cambio y a la innovación.
En esa conferencia explicó crudamente la realidad de la competencia en las empresas y describió la lucha constante por ser el mejor en el mundo de los negocios y la satisfacción de superar o “fregar” al competidor, ofreciendo un producto que no está hecho bien, sino que está hecho mejor. A esta competencia por ser el mejor la describió como emocionante, retadora y llena de fracasos y logros. En las casi dos horas que duró la conferencia, los más de doscientos empresarios que asistieron quedaron muy complacidos por los conceptos ahí vertidos. La peculiar elocuencia del Dr. Canales cautivó al auditorio y al final dijo: “Con estas reflexiones no tratamos de mejorar a la humanidad, se trata de animar a las personas a usarnos mejor. Eso es todo.”
Tuve el honor de ser el presentador del Dr. Canales, antes y después de la conferencia charlamos por largo rato de diferentes temas y me autografió su libro con la siguiente frase: “Para mi estimado Juan Manuel, saludos ¡socio!, Canales.”
Enrique murió de cáncer en el hígado en junio del año 2007 después de catorce larguísimos meses de tratamientos esperando reportes y resultados de pruebas y exámenes médicos. Como su esposa Alicia Maldonado dice: “Enrique mantuvo sus ojos y su corazón abiertos para lo que viniera, permaneció curioso y siguió aprendiendo y caminando confiado en esa excursión que le tocó vivir a pesar de la pena que debió haber sentido mientras veía que su vida se iba frente a él”
Consideraba la vida muy hermosa y por ello estaba seguro de que lo que sigue a la vida es un regalo todavía mejor. Tomó su vida y su enfermedad como una continua ofrenda, siempre trabajó con entusiasmo y buen humor. Para Enrique “la enfermedad y la muerte no son errores sino parte de la vida”.
Tres meses después de su partida, su esposa y su hija se asomaron a la computadora de Enrique y encontraron las reflexiones que escribió durante su tratamiento. Frases que reflejan una actitud realista y positiva que nunca mermó aún sabiendo que moriría pronto debido a su enfermedad terminal. En sus reflexiones no se despide, no da instrucciones porque de seguro, como dice su esposa Alicia: “seguirá participando del Gran Proyecto aunque no lo entendiera desde aquí”
Las reflexiones del Dr. Canales están recopiladas en un libro e ilustradas con ciento catorce muestras de su obra pictórica. El libro se llama Aforismos Tumorísticos, una obra póstuma del autor en la que “de manera mordaz y simultáneamente agradecida” nos muestra que se puede complementar la oportunidad de existir con la determinación de hacerlo apasionadamente. A continuación muestro algunas de las 227 reflexiones del Dr. Canales que están en ese libro:
2. Mi tumor es obsesivo; obedece sólo eso de “creced y multiplicaos”. Al menos espero que no sea dogmático.4. Se supone que debo estar triste, pero el paquete de vida que se me ha dado y que he logrado estructurar, me mantiene muy contento. 5. Morir bien es un quehacer diario y mientras no llegue el dolor, morir despacio es un quehacer dulce.
12. Todos tus seres queridos eventualmente también se van a ir, entonces no estás abandonando a nadie. 18. Cada día vivo no tiene más significado que otro día vivo: una maravilla. 30. Un buen puchero encoge la desgracia y si de postre hay un flan natural, la desgracia se esconde.
34. Me han dicho: “Toma las cosas con calma”. Me imagino que lo que me quieren decir es que me muera sin gritos desesperados porque son muy molestos y no me conviene morirme cansado de hacer gestos.
35. Sin convencerme, también me han dicho: “Éste es un tratamiento de hierbas naturales”. Hasta ahorita nadie me ha ofrecido un tratamiento de hierbas artificiales. 37. Cuando te están poniendo la quimio sientes que te están envenenando por medio de un riego por goteo.
56. Siempre listo para vivir y siempre listo para morir. 57. Sabiendo que te estás muriendo quisieras explicar a los demás que ellos en ti también se están muriendo por lo que no tienen que preocuparse por mi.
60. ¿Cuanto pagarías por vivir un día normal con tus papás o con tus abuelos? 68. Alicia, mi esposa, combina el espíritu de Adelita con el de la Madre Teresa; no se cómo me aguanta. 83. Pensar en el más allá desde el más acá es una necedad; mejor confía sin pensar. 200. Sigo aferrado a todos los libros, papeles, documentos, burundangas de mi estudio. Eso también es compañía.
201. Fuimos seleccionados para vivir sin haber concursado ni haber hecho méritos para sacarnos ese enorme premio. 210. Aunque te estés muriendo, al ver llover te embarras de optimismo. 211. En el negocio de morirte, también hay medidas de calidad y productividad: no pelearte con la naturaleza, disminuir el dolor inútil, facilitarles las inyecciones, no dar lástima.
219. He estado guardando unos chabacanos cristalizados, deliciosos, pero de cerca ya los veo muy lejanos y tal vez nunca los disfrutaré. Sin embargo, me imagino su sabor y con eso estoy agradecido. 131. El paseo de los condenados. Unos pasitos empujando el árbol de las bolsas de fluidos colgando, dos vueltecitas al triángulo de las enfermeras, un maratón.
Este libro nos recuerda que somos seres humanos que sufren gozan ríen y lloran pero que podemos ser capaces de reconocer los pequeños detalles que pasan inadvertidos cuando tenemos salud y que en la enfermedad y el dolor podemos encontrar humor y optimismo para disminuir la pena. Enrique cambió de vida cumpliendo su deseo de irse de aquí “bien usado”.