Un largo e increíble viaje por la industria minera
Por: Ing. M.C. Jaqueline Escobedo Rodríguez*
Agradezco la oportunidad de compartirles mi razón de ser minera, profesión que amo, que me ha dado mucho y gracias a ello me considero una mujer muy bendecida personal y profesionalmente, tengo muchos y queridos amigos, así como la satisfacción de mantenerme vigente en el medio.
Provengo de una familia de mineros por el lado paterno, mi abuelo Pascual Escobedo trabajó en la mina El Bote en Zacatecas, y así fue como tíos, primos y mi padre Gabino Escobedo -un hombre con grandes deseos de progresar -se embarcan a la aventura, en el proyecto unidad Molango de Minera Autlán.
Nací el 3 de agosto de 1968 en la clínica hospital de la colonia Guadalupe, Otongo, Hidalgo. Estudié el kínder garden, primaria y secundaria en el colegio Bartolomé de Media (Empresa minera Autlán), ahora lo recuerdo como la época más inolvidable y maravillosa que vivimos.
Mi papá se desarrolló personal y profesionalmente; mi madre, María de Jesús Rodríguez contreras, aprendió muchas habilidades en los talleres que la empresa impartía para las esposas de los trabajadores. Los niños éramos felices en el colegio, el cual tenía un alto nivel académico; en esos tiempos nunca escuché hablar de responsabilidad social, tampoco se conocía el término empresa socialmente responsable. Viví el compromiso de la alta dirección por generar un ambiente de armonía y hermandad entre los habitantes de la colonia, aislados en la sierra hidalguense; no se sentía ausencia de nada porque la empresa proporcionaba casa habitación con excelentes servicios de agua, drenaje, gas, telefonía, iglesia, auditorio, un club social con actividades mensuales organizadas por el distrito Hidalgo de la Asociación de Ingenieros de Minas (fundado en 1973).
Siempre he sido muy extrovertida, lo que me ha permitido conocer personas que han sido un referente en mi vida personal y profesional, la maestra Mary Carmen de Carranza me seleccionó como la narradora para la puesta en escena del festival escolar sobre el musical de moda en ese tiempo (José el Soñador) gracias a que el Ing. Madero quedó encantado, todo el elenco fue trasladado a la ciudad de México (a los televiteatros) para presenciar la puesta en escena con los actores profesionales.
Y como estos, miles de recuerdos maravillosos viven en mí y dan mi razón de ser.
Cuando me recibo como ingeniera minera tengo la oportunidad de trabajar en San Luis LuisMin, donde encontré a la familia más grande y querida, excelentes profesionales que no nombro para no omitir, y lidereados por el Ing. Eduardo Luna, vivimos experiencias inolvidables. Por ejemplo, echamos a andar el primer laboratorio minero acreditado con EMA (Entidad Mexicana de Acreditamiento) y se brindó servicio a externos con una cartera de clientes muy importantes en el sector.
Se da la fusión con Wheaton River, Glamis, Goldcorp, donde un grupo de profesionales son elegidos para realizar intercambio con unidades mineras en diferentes países, tengo la fortuna de ir a Brasil (Pedra Branca do Amapari), y participar en el arranque de Amapari, esta experiencia profesional me dio la oportunidad de colaborar con profesionales de todo el mundo, me abrió los ojos y aprendí que la minería no tiene fronteras.
A mi regreso a México, gracias al respaldo del Ing Luis Felipe Medina, me integro al exitoso equipo de Agnico Eagle México, donde tuve la oportunidad de conocer operaciones mineras en Canadá, lugar donde la innovación y la tecnología son el lenguaje diario de la operación. Lo más grato y satisfactorio fue trabajar con la filosofía de Great Place to Work (GPTW), que promueve el valor y la calidad entre las personas.
Actualmente, trabajo para Minera Frisco, en el laboratorio central de Frisco Investigación y Desarrollo, ubicado en la ciudad de Zacatecas, agradecida por la oportunidad que me dan de desarrollarme como profesional. Ahora, de nuevo en casa, después de 30 años, regreso a mi lugar de partida, hago una retrospección y doy gracias por lo vivido, porque he entendido que todo cambia y debemos adaptarnos, nada se queda estático, aprecio estar vigente y lo más importante, con una familia minera valiosa, donde no hay marca e impera un gran espíritu de colaboración. Al final, la minería somos todos.