La Cumbre sobre Cambio Climático: Avances y compromisos
Por: Alan Rodríguez1
En medio de un contexto geopolítico complicado, marcado por la invasión rusa a Ucrania, la crisis energética asociada y una situación económica difícil a nivel mundial, en noviembre pasado tuvo lugar la 27ª Conferencia de las Partes (COP27) de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático, celebrada en la ciudad de Sharm El-Sheij, Egipto.
El 2023 está empezando y resulta necesario recordar los compromisos adquiridos e impulsar más activamente grandes esfuerzos colectivos para un verdadero cambio a la acción por el planeta.
¿Qué resultados positivos pueden destacarse de la COP27?
Las negociaciones diplomáticas de las Partes dieron como resultado la adopción de diversos documentos entre los que se destaca el Plan de Implementación de Sharm El Sheij, en donde se aprobó un fondo para hacer frente a las pérdidas y daños.
Mientras que las olas de calor y sequía continúan extendiéndose y estableciendo nuevos récords alrededor del mundo, las pérdidas y daños que ocasionan se convierten en un factor decisivo de las negociaciones actuales, en las que varios de los países más vulnerables -que menos han contribuido al cambio climático- insistieron en que no basta simplemente con adelantar esfuerzos para adaptarse a este cambio, pues este ya está acá y son las naciones más pobres las que sufren sus impactos de forma desproporcionada, por lo que exigieron una intervención económica inmediata.
Queda pendiente ver cómo se financiará ese fondo y exactamente a qué países irá dirigido, algo que se decidirá en los próximos meses ya que la idea es que entre en funcionamiento en este 2023.
Otro de los resultados positivos de esa cumbre es el compromiso de ampliar el financiamiento para la transición energética. Estados Unidos y la Unión Europea presentaron planes para abordar las barreras de acceso al financiamiento para el desarrollo en las diferentes subregiones de América Latina y el Caribe. Un ejemplo de las colaboraciones presentadas en la COP 27 es el de Sudáfrica, que presentó un plan con una inversión de 8.5 mil millones de dólares, que será financiado conjuntamente entre Francia, Alemania, Reino Unido y Estados Unidos, para transitar del uso de carbón a las energías renovables. Los recursos se inyectarán a través de diversos mecanismos de financiamiento a lo largo de un periodo de cinco años.
La cumbre también avanzó en cuestiones técnicas como la importancia de las medidas basadas en la naturaleza y se observó un aumento de la relevancia de las agendas de biodiversidad y bosques. En la COP27 se pidió además que los compromisos climáticos incluyan objetivos relativos a los océanos, se resaltó la importancia de la transición hacia estilos de vida sostenibles, apoyados en la educación, y se mencionaron los puntos de no retorno (tipping points) por primera vez.
Asimismo, en la conferencia se realizaron diversos compromisos con la agenda climática entre los que se destaca el de la Unión Europea relativo a reducir sus emisiones de CO2 y metano provenientes de la quema y fugas del sector energético por el uso de combustibles.
Por su parte, Estados Unidos anunció el plan “Acelerador de transición energética” para desarrollar un nuevo mercado de créditos de carbono, con el fin de financiar la descarbonización y acelerar el uso de la energía limpia en países en desarrollo. Este plan entrará en vigor en enero de 2023, con la participación de instalaciones industriales, generadores e importadores de energía eléctrica, distribuidores de gas natural y proveedores de combustible. Con esta acción se espera una reducción de 6.72 millones de toneladas de CO2 al año. Además, presentó un nuevo plan de regulación para reducir sus emisiones de metano un 87% para 2030, por debajo de los niveles de 2005.
¿Qué hay de México?
Pese a que México es el duodécimo emisor de CO2 a nivel mundial, durante los últimos cuatro años el país ha transitado en sentido contrario de la tendencia mundial hacia la descarbonización de las actividades económicas.
Sin embargo, en la Cumbre, México no se quedó atrás y también asumió compromisos de relevancia, como lo fue el aumento de la meta de reducción de emisiones de 22% a 35% para 2030.
También anunció la protección de recursos naturales a través del programa “Sembrando Vida”. Este contará con un presupuesto de 37 mil 137 millones de pesos en 2023 y busca una mitigación anual de 4 millones de toneladas de dióxido de carbono (MtCO2) a través de la siembra de 100 millones de árboles en 2023 para una meta final de mil 188 millones. Sin embargo, este programa aún no cuenta con sistemas de monitoreo y geo-referencia, ni con mecanismos de seguimiento, evaluación y reporte de captura de carbono, que ayuden a evaluar su cumplimiento. Además, durante el primer año del programa sólo sobrevivió 7% de los árboles plantados.
Asimismo, México retomó el Pacto de Glasgow por la electromovilidad y estableció la meta de que el 50% de los vehículos vendidos en el país sean cero emisiones para el 2030. Con este compromiso se pretende evitar una emisión anual de 30 MtCO2.
Pese a que las distintas acciones implementadas o propuestas por el gobierno mexicano, particularmente en el ámbito legislativo y regulatorio no demuestran un compromiso creíble con la transición energética, en la COP27, México manifestó que pretende aumentar la generación de energías renovables durante los próximos 8 años. Tales como energía solar, eólica, hidroeléctrica y geotérmica, con el objetivo de llegar a los 40 GW (Gigawatt). Esto implicaría incorporar más de 25 GW de nueva capacidad a la actual matriz energética. Con ello se reduciría la emisión de 52 MtCO2 al año. Esta meta forma parte de un proyecto en conjunto con Estados Unidos que representa una inversión de 48 mil millones de dólares.
La COP 27 presentó un acuerdo innovador, por primera vez, las Partes reconocieron la necesidad de financiación para responder por los daños y pérdidas derivadas de los efectos del cambio climático. Esto sin duda es un acercamiento a lo que podríamos entender como “justicia”. Sin embargo, durante este año se deben definir diversas interrogantes que aún están en el aire, como lo son: ¿Quiénes pagarán al fondo? ¿Con qué periodicidad? ¿De dónde procederá este dinero? ¿Quiénes serán los beneficiarios de este fondo? La financiación es el centro de todo lo que el mundo está haciendo para combatir el cambio climático.
Sobra decir que este tema nos afecta a todos por igual, mientras no avancemos colectivamente con acciones para el cuidado del medio ambiente, de poco servirán todas las señales de auxilio que el planeta nos está enviando.
1 Abogado especializado en materia ambiental. Coordinador jurídico en Servicios Administrativos Peñoles.